El Castillo de Alba
El Castillo de Alba fue uno de los principales fuertes que protegían y vigilaban la vía romana.
La localidad de Alba es otro de los ejemplos de convivencia de culturas característicos de la Comarca Comunicad de Teruel ya que, desde el principio de los tiempos se han asentado desde la cultura prehistórica hasta la árabe, de la que queda la estructuración del castillo, pasando por la ibérica, la romana y la cristiana.
Fue en la época Medieval cuando el castillo gozó de mayor importancia y el propio Jaime I El Conquistador, dictó algunas normas para mantener una mejor conservación. En 1308 Jaime II nombró alcalde del mismo a Martín Garcés de Galvanes, como ya lo había sido su padre Juan Martín.
En 1357, Mosén Blasco Fernández de Heredia y Domingo Pérez de Uncastillo, informaron a la Reina Doña Leonor, esposa de Pedro IV, que la fortaleza se encontraba en mal estado de conservación, por lo que la reina ordenó que se repararan el aljibe y los fosos, pues se temía una guerra con Castilla.
El castillo de Alba es, prácticamente, el único castillo que queda en la meseta del Jiloca. Está formado por un recinto de planta rectangular de 30 por 20 metros, con almenas de remates puntiagudos en sus muros. Está defendido por un foso de unos 500 metros de longitud abierto en la roca viva. En uno de los ángulos se encuentra la única torre que se conserva, esbelta, de base cuadrada y de unos cinco metros de largo. En una de las partes derruidas de la muralla todavía se pueden ver los cimientos de otros tres torreones cuadrados.