Castillo de Villel
Es el edificio más antiguo y ciertamente más emblemático de Villel, ocupando un lugar predominante en el escudo de la villa. Está situado en lo alto de una roca de difícil acceso, con una caída con respecto al nivel del río de unos 65 metros. Su zona norte es un precipicio, sólo queda como accesible la zona sur, donde estaba la única puerta de entrada.
Es un castillo estratégicamente situado, desde su posición se vigila perfectamente el estrecho valle del Turia a su paso por la localidad, alrededor del peñasco y su castillo, se sitúa la parte más antigua del pueblo, el caserío lo rodea como si fuera un anillo.
Su superficie debido a la topografía es irregular, la planta se asemeja a un cuadrilátero. Antes de ser restaurado se apreciaban restos de la muralla, obra de mampostería y ripios como era usual. En el interior del recinto se adivinan los restos de varias dependencias, que desde mediados del s. XIV hasta el s. XIX fueron los silos o graneros de la Orden Hospitalaria. Tuvo aljibe para el almacenamiento de agua en caso de asedio.
En su parte occidental se alza orgullosa la torre del homenaje, que presenta dos plantas abovedadas con medio cañón y una escalera de caracol para acceder a la primera planta, sede del Comendador y la segunda planta a la que se accedía por el exterior y donde se ubicaba la guardia.
El castillo vio su apogeo entre los s. IX y XVI. Al cesar la reconquista y unificarse los reinos de Castilla y Aragón, van perdiendo su razón de ser de forma lenta pero inexorable, a pesar de todo, se mantuvo en buen estado mientras perteneció a la Orden de San Juan del Hospital. En 1840, fecha en que dejó de tener un dueño específico, motivo por el que cesaron las reparaciones habituales, ello unido al paso del tiempo y a las inclemencias meteorológicas, sin olvidar los destrozos de la Guerra Civil, lo convirtieron en ruinas.
Las primeras citas sobre el castillo de Villel son de historiadores musulmanes que desde el s. XI hacen mención a su pertenencia a los Banu Gazlum, vasallos de los señores de la Sahla (Llanura), los también beréberes Banu Razín.
Luego vendrá la Reconquista y el Cid que en 1093 pasará un tiempo en el castillo, para sanar de una herida infligida por los musulmanes cuando cayó en una emboscada por tierras de Albarracín.
Villel es reconquistada de nuevo a los musulmanes en 1179 por tropas de Alfonso II, rey de Aragón, cuyo capitán Martín Pérez de Arándiga pasó a ser Martín Pérez de Villel, como flamante Teniente de la Villa y sus alrededores, aunque el Rey se reservó el castillo, el horno y el molino para sí.
Luego vendrán las órdenes militares: Templarios, Sanjuanistas,… que le darán su forma definitiva, ésta era zona de frontera con Levante y Castilla, no se sabía por dónde podría llegar el peligro; pero también el castillo fue lugar seguro y de refugio para los huidos y desplazados de las guerras, tal fue el caso de la Guerra de los dos Pedros en el s. XIV, el Rey de Aragón, ante las inminentes acometidas del castellano, mandó a Gonzalo Fernández de Heredia que la gente de frontera fuera obligada a recogerse en los siguientes castillos (…): citando a Villel entre ellos, ya bien reforzado con nueva guarnición.
La última huella cruel de las Guerras, ha sido la Guerra Civil de 1936-1939, ya un castillo en ruinas, sirvió como observatorio republicano antiaéreo.