Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves. Villel
La torre a los pies como es usual en estas zonas, colocada en el lado del Evangelio, formada por tres cuerpos y rematada por tejado colorido y capitel. Hay profusión de capillas o altares en las naves laterales y en la cabecera.
Cabe la posibilidad de que la Iglesia parroquial de Villel en sus inicios, me remito a la Carta Puebla de 1180 del rey Alfonso II, fuera una pequeña Iglesia visigótica superviviente a la invasión musulmana y que posteriormente fuese convertida en mezquita, para luego volver a ser templo.
Llegó a ser cabeza de Arciprestazgo de la Encomienda de Villel.
En 1704 se demolió la Iglesia a excepción de la torre, la nueva construcción era muy ambiciosa e iba a costar grandes cantidades de dinero, sufragadas por la Orden Militar Templaria y por las abundantes limosnas. Con unas dimensiones amplísimas propias de colegiatas y catedrales, es un rectángulo de 40 x 38 metros hecho en sillería, se añadió una vivienda para el párroco y los clérigos ayudantes. La obra se terminó en 1738, pero se mantuvo la torre antigua porque no había suficiente dinero, esto fue motivo de conflictos con los villelinos ya que amenazaba ruina y era un peligro.
Iglesia de interior riquísimo con nueve capillas, todas adornadas con profusión de retablos y esculturas, incluido el Retablo Mayor, con algunos regalos de reliquias y donaciones de feligreses poderosos y de los Comendadores de la Orden, destacaba la urna de plata con reliquias de Sta. Otilia, regalo de Fr. Juan Fernández de Heredia, Santa que pasó a ser Patrona de la Villa, merced a esta donación.
El retablo mural es del S. XVIII y conserva imágenes modernas de San Roque, Sta. Bárbara, la Inmaculada, Coronación de la Virgen, San Sebastián, San Antonio, la Virgen del Pilar, San Lorenzo, la Dolorosa, Sta. Otilia, la Virgen de las Nieves, San José, la Virgen de Fátima, Sta. Lucía, el Sagrado Corazón y la Virgen del Carmen. Todos tienen sus devotos, por eso no ha habido omisión.
El coro poseía un órgano importante, rejería y una sillería barroca digna de mención. Fue lugar de enterramiento de los clérigos y presbíteros que ministraron aquí.
La torre se renovó en 1804 junto con un reloj nuevo; que dejo de funcionar justo cien años después.
Actualmente sigue llamado la atención su amplitud si se compara con la población existente en Villel, muy rebajada por el flujo migratorio, su ornamentación es muy sencilla y en ella no es fácil vislumbrar su antiguo esplendor, perdido en la Guerra, periodo en el que fue empleada como hospital militar.
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